(Súper Andalucía, 1986)
- El niño de la virgen tiene sueño, y la marisma lo arrulla,
tiene que dormir, que suenen dulce la flauta y tambor,
nanas rocieras para el pequeño pastor,
con su madre está, a la sombrita de un verde pinar,
sueños de camino de carreta y de hermandad.
Y sueña también con un par de bueyes “pa” poder jugar siendo boyero de los caminos, el niño dormido está.
- El niño de la virgen se ha dormido, Andalucía lo mece,
sueña galopar, con un potrillo, la raya real,
y entre peregrinos los caminos cruzará;
y poder bailar bajo la noche y en una pará,
una serenata de romeros disfrutar.
Cantar y cantar, como le cantaron, desde que nació, la buena gente, que siempre lleva, rocío en su corazón.
- Al alba, están tocando los tambores, al alba de la mañana,
viva la ilusión, gente que corre de aquí para allá
nace un nuevo día, de alegría y de hermandad.
Suena un repicar de carriolas, caballos, charres,
y blancas carretas y peregrinos de a pie.
Y en el cielo habrá miles de cohetes que despertaran al pastorcito, que abre los ojos, llenos de felicidad.
- El niño de la virgen se despierta y se va con su rebaño.
Lleva en el zurrón una flautilla que le regaló
un viejo almonteño que la hizo con amor,
y sabe tocar una coplilla que se la enseñó
curro el manriqueño tamborilero de dios.
Y al ponerse el sol, vuelve “pa” su casa, blanco palomar, donde la reina de las marismas rocío, tiene su altar.