(Sevillanas con Los de la Trocha, 1976)
- En el Arquillo de Rota, plaza de la
fuente vieja,
peleaban sus gargantas cantaores de primera.
Al calorcillo del aire, de un atardecer cualquiera
se confunden los corrales y se habla en la azotea.
peleaban sus gargantas cantaores de primera.
Al calorcillo del aire, de un atardecer cualquiera
se confunden los corrales y se habla en la azotea.
Y se habla en la azotea, pero son tiempos pasaos que llora mi Andalucía,
como aquel cante gitano que Manuel Torres decía.
como aquel cante gitano que Manuel Torres decía.
- En el cruce del cantillo a un corrillo
de gitanos
enseñaba Juan Talega lo que le envidian los payos.
Que llevan en sus gargantas pena de sus antepasaos
de quejio puro y propio que solo el gitano a dao.
enseñaba Juan Talega lo que le envidian los payos.
Que llevan en sus gargantas pena de sus antepasaos
de quejio puro y propio que solo el gitano a dao.
Que solo el
gitano a dao,
que por mucho que lo imiten nadie bebe de esa fuente,
que es una herencia de sangre que solo el gitano siente.
que por mucho que lo imiten nadie bebe de esa fuente,
que es una herencia de sangre que solo el gitano siente.
- Era el café de la Perla la reliquia del
pasado
donde siempre hubo un flamenco con una copa en la mano.
Ya nadie discute el arte ni tercia por seguiriya,
ni a la vuelta del trabajo se brinda con manzanilla.
donde siempre hubo un flamenco con una copa en la mano.
Ya nadie discute el arte ni tercia por seguiriya,
ni a la vuelta del trabajo se brinda con manzanilla.
Se brinda con
manzanilla,
Que la culpa la tuviera un letrero que prohibía
que regaran las tabernas con artes de Andalucia.
Que la culpa la tuviera un letrero que prohibía
que regaran las tabernas con artes de Andalucia.
- Orgulloso reservao de una taberna
cualquiera
donde sonaban los cantes de unas voces lastimeras.
Como Sayago y la Perla gitana de pura cepa
que al oírla siempre hubiera quien partiera su chaqueta.
donde sonaban los cantes de unas voces lastimeras.
Como Sayago y la Perla gitana de pura cepa
que al oírla siempre hubiera quien partiera su chaqueta.
Quien partiera su
chaqueta,
que siempre que llora el arte no hay cabales que no sientan,
que se le crujen los huesos de los pies a la cabeza.
que siempre que llora el arte no hay cabales que no sientan,
que se le crujen los huesos de los pies a la cabeza.