(Cenicienta
gitana, 2002)
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Soñaba la gitanilla, ¡cuesta poco soñar!...
Desde chiquitilla contemplaba a las
chiquillas de su edad,
que bailaban en las calles del Real y ella, por ser gitanilla, no la dejaban bailar.
que bailaban en las calles del Real y ella, por ser gitanilla, no la dejaban bailar.
Y así la encontró un divé y le quiso conceder,
ver su sueño convertido
en realidad -pero debes, gitanilla, de volver antes de la madrugá-...
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Le regaló un mantoncillo y un traje para estrenar...
Un par de palillos y de
perlas arrancadas de un coral dos zarcillos,
dos pulseras y un collar, a juego
los peinecillos y tacones de cristal.
Y cuando el puente cruzó hasta el río se
paró orgulloso de poderla contemplar,
“¡quién te ha visto, gitanilla, y quién te vio, la más guapa del Real!”
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ESTRIBILLO -
Y el sueño se le cumplió
y Sevilla cada noche la encontró bailando
por el Real.
Tan linda como una flor que la acaben de regar.
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Cumplió muy bien su promesa como gitana cabal...
Pero, con tristeza se alejaba
cada noche del Real poco antes de llegar la madrugá,
volvía atrás la cabeza con
lagrimitas saltás.
Y el sábado
sucedió que Sevilla la embrujó y pasó lo que tenía que pasar,
al conjuro de la
feria se olvidó la hora de regresar...
- Volvía pa su chabola, eran las doce pasá...
Caminaba sola, maldiciendo
por tener que regresar,
mientras otras disfrutaban del ferial,
¡Dios mío, en que mala hora volvió sus
pasos atrás!...
Pisó la feria otra vez y al reprenderle el divé, no le supo que
otra cosa contestar,
-es muy duro el tenerse que perder la feria de madrugá-.
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ESTRIBILLO -
Y el sueño se derrumbó,
y
Sevilla nuevamente la encontró,
andando por el Real ¡Un clavelito, por Dios!
solo
por la voluntad.