(Niña déjate
querer, 1989)
- Agarrado a tus varales, Blanca Paloma, te nombro,
de mi fe
salió el coraje para subirte a los hombros.
Para subirte a los hombros no
retirarme de Ella,
déjame con mi agonía, que aún tengo sangre en las venas,
“pa” que se acabe mi vida.
- Tú eres Reina en la marisma y yo romero a tu lado,
tú siempre
serás la misma, tus ojos no los has cambiado.
Tus ojos no los has cambiado pero
cambias la mirada
cuando a ti voy agarrao,
y me dices con la cara: romero, estás perdonao.
- No me duelen las heridas que en mi hombro se han marcado,
me
dolerían si algún día me perdiera de tu lado.
Me perdiera de tu lado, ya se
acabaría mi vida,
la misma que tú me
has dado, y contigo moriría con recuerdos del pasado.
- ESTRIBILLO -
Por todo lo que tú me has dado
te llevo Blanca
Paloma, y aquí me tienes al lado
respirando de tu aroma antes muerto que
cansado.
- Tengo que dejar mi sitio a un romero que ha llegado,
padre que
soy mayorcito, déjame que estás cansado.
Déjame que estás cansado, mi hijo llorando me ha
dicho,
y mi sitio le he dejado para que se haga buen romero como tú me has
enseñado.
- ESTRIBILLO -
Por todo lo que tú me has dado,
te llevé Blanca
Paloma, y ahora mi sitio he dejado,
“pa”
que respire tu aroma como yo lo he respirado.