(Risas y suspiros, 1981)
- Los pinos lloran la luz cuando se abre la mañana,
en el
aire huele a Virgen su perfume se derrama.
Y en la garganta cadenas que se aprietan se encoje el
alma,
la cara de la Virgen brilla con la luz del alba.
- Las manos tiemblan de fe, son palomas en el aire,
blanca esperanza del hombre que se acerca a tus varales.
Y con sus manos flores de las marismas,
tocan su manto y en
el alma les brotan ríos que riegan el llanto.
- Los hombros duelen de amor pero nadie se lamenta,
y a
la Virgen del Rocío la llevan por las arenas.
Que no me muevo y la Virgen me ayuda, no noto el peso,
y
aguanto hasta la muerte porque yo soy almonteño.
- Tu rostro en el corazón siempre queda prisionero,
es la
llama del amor que le quema al rociero.
Y sus pisadas son letras de poesía, que están marcadas,
con el hierro de la fe y el fuego de la esperanza.
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