jueves, 12 de octubre de 2017

La levantá - Ecos del Rocío

(Para siempre, 1998)

- En mi pueblo marinero, dos niños limpian la caja que a tirao un pescadero.
Otros con ramas de un árbol, prepararon dos costeros, prepararon dos costeros,
y un niño de pelo largo hacía de nazareno.
Sobre el cajón adornao, el del pelo arrodillao agarraito al madero,
y otro muy bien peinado llamaba a los costaleros.
Una levanta suave, mas despacito lo quiero, y a la voz del capataz,
parecía el nazareno que iba andando de verdad.

- Lo vi pasar por mi puerta, valiente más paso quiero que la virgen viene cerca.
Con el mismo itinerario, una virgen por la calle, una virgen por la calle,
y le habían hecho un palio con una corcha de encaje.
Una niña de mi barrio acariciaba un rosario, con la mirada perdía,
sentaita bajo el palio como una virgen vestía.
Una levanta suave con que arte les decía, que no se mueva un varal,
y la virgen parecía que lloraba de verdad.

- Las cosas de los zagales, de pronto me entraron ganas de ir a verla en otra calle. 
 Otra niña descalza, de penitencia venía, de penitencia venía,
y en el portal de una casa hicieron la recojía.
 Y de un balcón con macetas, se desgarro una saeta, el capataz dijo al suelo,
de un cántaro de agua fresca bebían los costaleros.
Que me lo ha dicho mi padre, mis valientes costaleros, coraje en la levantá,
y yo he visto el nazareno con las lagrimas saltas.

- Y Jesús se recogía, se hizo corta la espera cuando casi oscurecía.
Y traspuso por la esquina, un palio que se mecía, un palio que se mecía,
y alumbrando su carita veinte velas encendías.
Y del balcón con macetas, se desgarró otra saeta, la virgen se recogía,
se puso la casa puerta que un alfiler no cabía.
Vamos valientes con ella, el capataz les decía que no se mueva un varal,
y hasta los pies parecían que dolían de verdad.