(Alegría y sentimiento, 1979)
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Que está llorando Sevilla sin un pañuelo siquiera.
Sin un pañuelo siquiera, que
está llorando Sevilla sin un pañuelo siquiera,
Sevilla se está cayendo y ni
Sevilla se entera.
Y ni Sevilla se entera, filigranas de salero yo le haría si
pudiera,
la amarraba a los luceros para que no se cayera.
Para
que no se cayera,
yo le haría unos pilares, que ni Salomón lo hiciera,
porque
se nos va Sevilla y ni Sevilla se entera.
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Que está llorando Sevilla por su hermosa Pasarela.
Por su hermosa Pasarela que
está llorando Sevilla por su hermosa Pasarela,
por sus perdidos teatros el del
Duque y el Portela.
El del Duque y el Portela, Coliseo y San Fernando, por sus
patios y cancelas,
por esas cruces de mayo, con verbenas corraleras.
Con
verbenas corraleras,
por sus palacios ducales, por sus guapas cigarreras,
que
está llorando Sevilla y ni Sevilla se entera.
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Que está llorando Sevilla por su graciosa Alameda.
Por su graciosa Alameda, que
está llorando Sevilla por su graciosa Alameda,
y aquella murga con ángel del
famoso Regaera.
Del famoso Regaera, por los puestos de higos chumbos, con las
tallas de agua fresca,
las cañeras de cien cañas, para las juergas flamencas.
Para
las juergas flamencas,
pescaitos de
la Uropa roscas de Alcalá morena,
y
aquellos duros de plata que en Sevilla se fundieran.
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Que está llorando Sevilla por su Casa la Moneda.
Por su Casa la Moneda que está
llorando Sevilla por su Casa la Moneda,
por su Torre de la Plata, cautiva en
paredes viejas.
Cautiva en paredes viejas, la Casa de los Artistas, el Palacio
las Sirenas,
y por el río en Chapina que está muriendo de pena.
Que
está muriendo de pena,
jarrones de la Giralda que no tienen azucenas,
por eso
llora Sevilla y ni Sevilla se entera.