martes, 25 de abril de 2017

Al son de los tamboriles - Ecos del Rocío

(Corazón, 1994)
 
- Madre, ¿por qué hablas sola mientras limpias el soberao?
Por los años que has cumplío, por esas cosas que pasan entre guardao y escondío.
Tengo los botos en casa de aquel tu primer camino.
De aquel mi primer camino, un veinticuatro calzaba, fíjate qué peregrino.
Me imagino que hacen gracia mis pisadas entre eucaliptos y pinos.

- Dime por qué los frontiles tienen su nombre bordao.
Qué gorrilla tan pequeña. Quién cortó esa media manta.
Quién cruzó del niño el Quema.
Quién iba a verla descalza teniendo alpargatas nuevas. Teniendo alpargatas nuevas.
Al paso de aquella gente fui dibujando la senda,
y sentí que caminabas en mi vientre de jara y de luna llena.

- Madre, vende la carreta que yo te llevo conmigo.
Aunque no vaya al Rocío, ella no es agua pasada
aunque me vaya contigo. Esa carreta en mi casa no estorba ni coge sitio.

No estorba ni coge sitio. Los bueyes que la llevaban rumiaban bajo los pinos,
y recuerdo que a su sombra tú jugabas en las paras del camino.

- Madre yo quiero ayudarte a limpiar el soberao.
Y subiendo la escalera vi el reflejo de una llama,
le pregunté lo que era, era el quinqué que alumbraba tu carita rociera.
Tu carita rociera. Cuántos recuerdos guardaba aquel cajón de madera:
la gorrilla, el quinqué, aquella manta, los botos y la carreta.

- ESTRIBILLO -

Latió mi corazoncillo al son de los tamboriles.
Una salve fue la nana al son de los tamboriles.
Entre sueños yo jugaba con el niño de la Virgen.