jueves, 22 de diciembre de 2016

Llegando la hora - Brumas


(Candiles, 1998)

- No necesitan llamar a tu pueblo en los costeros,
a tu pueblo en los costeros no necesitan llamar,
a tu pueblo en los costeros ni fajines ni morran ni ensayos ni retranqueos.
Que no hay que llamar en la madrugá, cuando Almonte quiera,
saldrá la paloma y vuela que vuela.
Que no hay que llamar en la madrugá,
porque a la pastora la llevan al cielo llegando la hora.

- Ni la voz del capataz ni el martillo en el madero,
ni el martillo en el madero, ni la voz del capataz,
ni el martillo en el madero la suben solo al mirar sus ojos de caramelo.
Que no hay capataz en la madrugá que guie sus pasos,
camina en la arena despacio, despacio.
Que no hay capataz en la madrugá,
porque a la pastora la llevan al cielo llegando la hora.
- Que no hace faltar gritar, duro con ella valiente,
duro con ella valiente, que no hace falta gritar,
duro con ella valiente, ni parar la chicota pa que refresquen sus gentes.
Que no hay que fritar en la madrugá como una barquilla,
va de puerto en puerto, de orilla en orilla.
Que no hay que gritar en la madrugá 
porque a la pastora la llevan al cielo llegando la hora.
- Que ellos no van por igual ni se reparte el esfuerzo,
ni se reparte el esfuerzo, que ellos no van por igual
ni se reparte el esfuerzo y tú la puedes llevar pa que cumplas tu sueño.
No van por igual en la madrugá 
cuando ese gentío te reza y te canta Rocío, Rocío.
No van por igual en la madrugá 
porque a la pastora la llevan al cielo llegando la hora.