(Sevillanas
del buen recuerdo, 1976)
- Para ser rociero no hay que ser santo,
que la blanca
paloma no exige tanto.
Como tú eres, así somos nosotros, como tú eres,
te
tropiezas mil veces, aunque no quieres.
- Son de carne y de hueso los rocieros,
con su cruz y
su pena como el primero.
Somos personas y por eso caemos, somos personas
que Ella
ve nuestras faltas y las perdona.
- Ella es faro
en la sombra del peregrino,
que agarrao
a su manto busca el camino.
Por los senderos su rocío bendito, por los senderos
va
lavando las culpas del rociero.
- Ven conmigo al rocío, dame la mano,
y dame tu consejo
de buen cristiano.
Ven al rocío, para verlo de cerca, ven al rocío,
que no
somos tan malos amigo mío.