(Guadalquivir de coplas, 1982)
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Hay quién dice del rocío,
que
es mentira y vanidad,
y
yo les digo que vayan,
para
saber la verdad.
Que
vea la entrada de los romeros,
copla
en los labios sangre en los pies,
que
vea a los bueyes que se arrodillan,
que
vea a la virgen y hable después,
que
hable después.
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Hay quién dice del rocío,
que
todo es juerga y tambor,
vino,
cante y polverío,
y
que no tiene fervor.
Que
vea el rosario de peregrinos,
que
el pueblo llano reza con fe,
que
vea la llama de tantos cirios,
que
vea a los bueyes que se arrodillan,
que
vea a la virgen y hable después,
que
hable después.
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Los momentos del rocío,
son
milagros de la fe,
que
hay que estar ciego del alma,
para
no poderlos ver.
Que
vea la aurora besando el templo,
Lunes
glorioso pentecostés,
entre
la voz de los almonteños,
que
vea a la virgen y hable después,
que
hable después.
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Al que habla del rocío,
yo
le invito a mi hermandad.
Que
vea tal como somos,
y
no lo que oyó contar.
Que
vea a la reina de las marismas,
con
pobre y rico bajos sus pies,
y
con orgullo por su garganta,
dirá
a la Virgen quiero volver,
yo
quiero volver.