(Por un
beso, 1993)
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Que no se pierdan las costumbres, de mi tierra soberana. De mi tierra soberana,
que no se pierdan las costumbres, de mi tierra soberana, ni los coches de
caballos ni las mulas alazanas. Ni las mulas alazanas, ni el compás de los
palillos, ni el baile por sevillanas, ni el alba tamborilera cantándole a la
mañana.
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Que no se pierdan las costumbres, de mi tierra soberana. De mi tierra soberana, ni
los cantes de la trilla cuando la tarde se calla, ni los galgos, ni las liebres
corriendo por las besanas. Corriendo por las besanas, ni los caballos camperos,
ni las yeguas jerezanas, ni los toros de garrocha que libran de una cornada.
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Que no se pierdan las costumbres de mi tierra soberana. De mi tierra soberana, ni
el pan de los panaderos haciendo harina
dorada, ni el mosto de nuestros pueblos de las viñas más tempranas. De las viñas
más tempranas, ni las corridas de toros, ni los oles en las gradas, ni el
pasodoble torero, ni la feria engalanada.
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Que no se pierdan las costumbres de mi tierra soberana. De mi tierra soberana, ni
las mantillas de encaje, ni los trajes de gitana, ni el compás de un martinete en
las fraguas de Triana. En las fraguas de Triana, ni el rosario de la aurora de
nuestra virgen sagrada, ni los vivas a la virgen al salir de madrugada.
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ESTRIBILLO - Que no se pierdan las costumbres, de mi tierra soberana, de mi
tierra soberana, que las costumbres son leyes, y las leyes son sagradas.