domingo, 7 de enero de 2018

Qué pena más grande tengo - Sergio el Duende



(Cambió mi vida, 2017)

- Qué pena más grande tengo, yo me hartado de llorar.
Yo me hartado de llorar, qué pena más grande tengo
yo me hartado de llorar, cuando veo a los chiquillos, como corren a jugar.
Si lloro porque yo tengo uno que tiene diez años, ese no puede jugar,
tiene inválida sus piernas de una mala enfermedad.

La otra tarde entré en su cuarto,
lo vi junto a la ventana, viendo a los niños jugar,
y me preguntó con pena, cuándo me voy a curar.


- Descuida cariño mío no llores ni tengas penas.
No llores ni tengas penas, descuida cariño mío no llores ni tengas penas,
que hay una mujer en Almonte, que tus piernas pondrán buena.
Al escuchar esas palabras, se tira sobre mi cuello, y me preguntó Papa,
quien es esa mujer tan buena, que mis piernas van a curar.

Cuando vallamos a Almonte,
cuando vallamos a verla, rézale mucho hijo mío,
que esa que te va a curar, es la Virgen del Rocío.


- La otra tarde entré en su cuarto por ver si estaba dormido.
Por ver si estaba dormido, la otra tarde entré su cuarto, por ver si estaba dormido,
y me lo encontré rezando a la Virgen del Rocío.
Yo le oí como decía, Papa si tú me curaras como promesa bendita,
descalzo yo iría a verte, desde Sevilla a su ermita.

Y a la mañana siguiente, se acerca sobre mi cama
gritando con alegría Viva la Blanca Paloma,
que ha curado las piernas mías.


- Y un día de primavera y era un 22 de mayo.
Y era un 22 de mayo, un día de primavera era un 22 de mayo
mi niño se había perdido y yo salí para buscarlo. 
Lo busqué por todas partes, y al ver que no aparecía me acordé de la promesa
de la promesa bendita que a la Virgen le hice un día.

Y al Rocío fui a buscarlo, y ver a la Virgen bendita,
y me lo encontré durmiendo, y me lo encontré durmiendo,
en un rincón de la ermita.